Hoy el mundo golpea al mundo
el fantasma de la noche
trae consigo vientos y lágrimas de borrachera
clima violento que ataca a milenarias araucarias
y a jóvenes seres que no logran acariciar
el sueño por el fuerte susurro que impones
Noche descarriada
Cuál de nuestros cinco mil millones de errores
fue el que te hizo rabiar de esta manera.
Qué decía el pacto que firmaste con Don Clima
para amedrentarnos así.
Espero calmes tu furia y soples
suavemente nuestros rostros.
Antes de irme en busca de un dormir tranquilo
te digo
humildemente
como el ser diminuto que soy
que esta débil raza a la que pertenezco
aún no aprende a mejorar
no pudo un diluvio, menos una noche de furia
incontenible.
No somos iguales. Pero la diferencia de una supuesta mezcla Es lo que más me anima a sentirte aquí. No somos iguales. Pero los puntos tangenciales son los precisos La exactitud de a veces es algo que quiero siempre. No somos iguales. Y aunque discutimos, me gusta enojarte. Valoro más así tu reír y tus alegrías. No somos iguales. Pero eso es lo perfecto. Existe algo más fome que ser iguales?. No somos iguales. Monotonía y saberte de memoria, NO. Que mejor que cada día diferente al anterior. No somos iguales. Pero podemos llegar a ser uno. Uno más uno son UNO. Somos uno.
miércoles, 24 de junio de 2009
entre secretismos y elitismo no me vengas con historietas de papel donde tú sufres más que nadie y superas todo como el mejor de los superhéroes
no hables de bondad si no eres bondadoso no alegues trato justo si discriminas cada instante no hables si al final callado quedas las esferas son cerradas como tu mente alterada
Llámenme loco como también alguna vez predecible, yo tiro a mi manera y avanzo por donde veo luz o mucha oscuridad sigo, no me desgasto hablando o corrigiendo si no lo siento necesario no siento tanto la perdida como se lo harás pronto en tu silencio
recorro los días, pensando en hoy, en mañana y en el pasado aun así vuelvo a tropezar, a veces por gusto tantas otras por ciego caprichos, osadías y humoradas, me río de mi luego de ti culpable de creerme mas que un simple mortal
mi templo es mi cuerpo y mi fe radica en saber hasta donde quiero llegar, de que manera y en que tiempo y sigo, me caigo y levanto y tú apareces, me importas, te pierdes, yo sigo , tú sigues, ahí nos vemos o quizás no.
Lo único que hice bien fue el saber dejarte ahí fuera
un enredo eterno pero que no se interpuso en lo cotidiano
así yo avancé, cambie, me pudrí y me reinvente
aprendiste a mezclar los sueños y lo real?
entendiste a pensar y luego hablar?
si lo hiciste bien, por ti.
Pero te cuento algo,
siempre llegaste tarde.
como hoy, como ayer, como siempre.
el error mío es dejar pasar una y otra vez.
el tuyo fue pensar que todo seguiría igual.
si dices que ya creciste, por qué sigues aquí?
la ventana que une a estos túneles por este lado esta cerrada
y aunque se volverá a abrir, no será hoy o mañana.
el don único y por desgracia repetible de aparecer de la nada y acarrerear un todo para luego volver a desaparecer dejando una brisa de incertidumbre de la cual nunca te haras cargo es tu forma de ser el ser sin percatarse de las repercusiones el mundo no es sólo tú y tú. Tu intento artistico de ser diferente se vuelve obsoleto y repetitivo eres más a la moda que muchos con tus borracheras y depresiones y huidas como traspasar eso visualmente? no tengo idea, no quiero pensarlo. Hoy soy racional, si visual, no artista. Tú, espero llegues a ser pausa para mirarte un segundo y entender-te.
el pecado es quererte o extrañarte? el pecado es tratar de entenderte o aceptarte? el pecado es buscarte o no olvidarte? el pecado es preguntar o olvidar siempre? el pecado es ser como soy o no ser?
Se desligó de la suavidad de sus palabras
El en su interior comprendía que no era real.
Para quien no es difícil darse cuenta que hasta lo que se ve muchas veces no se puede tocar y se vuelve casi irreal.
Y aún así, sabiendo mucho de nada y una pizca de tanto, surgió desde sus profundidades Tarazustra,
Una mezcla entre colores apagados por otros y hojas arrugadas de poemas a medio terminar, llegó un día cualquiera y se levanto a contar al mundo su verdad.
Tal como hace algún tiempo lo hizo un pariente suyo que bajó desde sus alturas.
Pero su mensaje era distinto, el no pregonaba nada por sobre lo existente,
no se acercó susurrando o gritando a los hombres a que avancen y den un paso más.
No, acá las palabras que salían de sus ojos eran más simples.
El subía desde los interiores de la tierra en busca de la naturalidad en busca de palabras correctas, simples y sinceras que sosieguen su alma debilitada, alma cabizbaja por el ahogo que sentía por culpa de otros.
Se les acercaba y les decía que cuidaran sus acciones porque allá en el fondo de donde él viene se escuchaba todo, retumbaban en su alma las palabras dichas al viento, las mentiras, banalidades y secretos. Y así se secaba como toda la tierra que poca queda.
Tarazustra esperaba a las multitudes y les decía que un día estuvo acá arriba donde todos ahora estamos, cuando aún existía el verde de la naturaleza y los colores que ahora ya están extinguidos. Y todos lo miraban con cara rara, colores? pero si tenemos colores, ¿no los ves? le decían...
Mas Tarazustra los miraba opacos, desteñidos, ya ni sus arco iris eran una exclamación de Luz que daba esperanza y ganas de creer en utopías. Él, aún recordaba que el color del mundo lo daba la transparencia de las almas, cosa que hoy en día era muy difícil de encontrar.
Y siguió su camino, el recordaba aún algunos rostros, algunos nombres y anhelaba toparse con uno que otro de estos.
Tarazustra!!; le dijo uno que apareció en su camino, que es de ti que te ves tan callado, que es de ti que te ves gastado, que es de ti y tu sonrisa. Mas él seguía con su camino, recordando voces esta vez, y risas por algunos ratos.
Tarazustra estaba dispuesto a cruzar el mundo si era preciso en busca de una gota de luz para su mundo que se agotaba, para sus creencias, para su alma. El no quería culpar al destino, nunca se había sentido cobarde en su pensar y aunque su mundo se agotase no sería la ocasión de hacerlo.
Y pasaron los años, más sólo encontró gotas de alegría reflejadas en momentos que guardaba como pequeños segundos más de vida, y aunque no quería reconocer se volvía a tropezar con piedras que creía superadas, a Tarazustra le costaba darse cuenta que habían pasos que
costaba aprender a darlos, aún así seguía ayudando a quien se le cruzara en su camino. Porque aunque los mundos se derrumbasen el seguiría siendo el mismo. Sólo así lograría que sus palabras tan olvidadas ahora algún día fueran escuchadas, siempre tarde según él. Creía que así respiraba el mundo, explotando cada cien mil años para darse cuenta de que alguna vez, mucho antes que eso, alguien había dicho una idea de solución que nunca fue escuchada.
Mas aún a veces eso no importaba, seguían cayendo gotas de sonrisas, miradas, abrazos y caricias, y Tarazustra por lo tanto seguiría adelante buscando eso que lo más probable olvido hace unos cien mil años, en la anterior explosión del mundo ciego que merodeaba una vez más